Mateo 25 :1: “entonces el reino de los cielos será semejante a 10 vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo Y las cinco de ellas eran prudentes, y cinco eran insensatas, Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron Y a la medianoche se oyó un clamor : “He aquí el esposo viene, salid a recibirle”.
Entonces todas se levantaron, y arreglaron sus lámparas Y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan Mas las prudentes respondieron diciendo: para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id mas bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo : ¡señor, señor , ábrenos! Mas él respondiendo, dijo : de cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.
Los símbolos de parábola:
En la parábola, las vírgenes representan a los miembros de la Iglesia, y el esposo representa a Cristo. El aceite es nuestra fe, pureza y buenas obras. Ser prudentes significa estar preparados para lo inesperado con una dosis adicional de fe, de testimonio y del Espíritu Santo en nuestra vida. Las vírgenes prudentes no podían compartir su aceite con las insensatas, ya que el aceite de la preparación espiritual no se puede compartir.
A veces nos confiamos y pensamos que tenemos lo suficiente para salir adelante. No obstante, seguir al Salvador significa mucho más que sólo salir adelante. Implica esforzarnos siempre por acercarnos más a Él, y prepararnos para los momentos en los que se pondrá a prueba nuestra paciencia, fe y testimonio.
Pero ¿cómo podemos abastecer nuestras lámparas de aceite?
La oración personal y en iglesia, el ayuno corporal y espiritual, la unanimidad de la familia en Cristo, el control de la actitud al prójimo, el estudio de las Escrituras y de la obra de los autores cristianos, cada acto de caridad, abnegación, dedicación y obediencia constituye una gota que se agrega a nuestra reserva. Los actos de bondad, las limosnas, las acciones y pensamientos castos se convierten el aceite con el que podemos arreglar, cuando llegue nuestro momento, nuestras humildes lámparas vacías.
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