Judas Iscariote traicionó a Jesús un miércoles y, por eso, este día es considerado triste y sombrío. Ayunamos en este día y oramos recordando esa dolorosa traición.
Las palabras “traición” y “traidor” son reprobables y desagradables en cualquier idioma. Si dedicamos este día para reflexionar en la falta de Judas, podremos también eludir nuestras propias y diarias “traiciones”. Podríamos evitar, en otras palabras, esas pequeñas “traiciones” que cometemos cuando desconectamos nuestra consciencia, intentando ser aceptados por el mundo, y las grandes traiciones que hacemos a los otros. Evitaríamos traicionar nuestra fe y nuestra consciencia, buscando la riqueza de este mundo y el poder pasajero que trae cierta gloria terrenal. Porque todos sabemos que aquellos que han sido traicionados tarde o temprano resucitan y se convierten en héroes, mártires y santos. Los traidores, al contrario, quedan marcados y manchados por siempre.
“Por el Poder de Tu Cruz, Señor, líbranos de toda traición”.
Desde: http://enelcaminocorrecto.blogspot.com.by/2013/02/la-semana-ortodoxa.html
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