¿Que es
lo primero que se debe hacer cuando se traspasa el umbral del templo? Se debe
acercar al despachador de velas. Prácticamente nuestra cristiandad comienza a
través de la unión al rito, por medio de la vela de cera. Sería imposible
imaginarse un templo ortodoxo donde no se prenden velas.
El
intérprete de la Liturgia San Simeón de Solun (siglo XV) dice, que la cera pura
significa la pureza y pulcritud de la gente que la trae. La cera se brinda en
señal de nuestro arrepentimiento. La suavidad y la flexibilidad de la cera
hablan de nuestra disposición de ser obedientes a Dios. La llama de la vela
significa el calor de nuestro amor a Dios. No se debe colocar la vela de una
manera formal, con el corazón frío. El acto físico debe ser acompañado por una
simple oración, con palabras propias.
Las
velas siempre se prenden en los servicios eclesiásticos. Los que fueron recién
bautizados mantienen las velas en las manos, al igual que los que se unen en el
sacramento matrimonial, y durante el oficio por los difuntos. No existen reglas
definidas respecto a donde y cuantas velas deben ser colocadas.
Los que
regularmente visitan el templo, colocan comúnmente varias velas: al lado del
icono del santo del día, que se coloca sobre el atril en el centro del templo;
enfrente de las imágenes del Salvador y de la Santa Virgen — por la salud de
sus queridos; al Crucifijo sobre una pequeña mesa — candelabro (kanun) — por el
descanso en paz de los difuntos. Y si desea el corazón — a los santos que uno
desea.
Sucede
a veces que en el candelabro no queda más sitio debido a que todos los
provistos se ven ocupados con velas encendidas. Desde luego no es apropiado
apagar una vela ya colocada para poner la suya; sería correcto solicitar a la
persona adecuada que la colocara más tarde. Y tampoco es razón para confusión
si su vela, aún no consumida, la apaguen al terminar el servicio: Dios ya había
aceptado su sacrificio.
No hay
por que escuchar a los que afirman que la vela debe ser colocada con la mano
derecha; que si la vela se apaga — significa una desgracia; que es un pecado
mortal el ablandar sobre la llama el extremo inferior de la vela para su
estabilidad etc. Existen muchas supersticiones en torno a la iglesia, pero
todas son absurdas.
A Dios
le agrada la vela de cera, pero la llama que nace del corazón le agrada más.
Nuestra vida espiritual y la participación en los oficios religiosos no se
limita por la vela, pues por si sola, la vela no nos salvará de los pecados,
tampoco nos unirá a Dios y menos nos dará fuerzas para la lucha invisible. La
vela está llena de significado simbólico, pero lo que nos salva no es el símbolo,
sino la auténtica esencia de la gracia Divina.
Tomado de www.fatheralexander.org
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