Taller de vidrio artesanal
El taller de vidrio artesanal fue fundado en el convento
de Santa Elisabeta en 2006.
Cada artículo de vidrio - con trato delicado - es prácticamente
eterno. El color no se baja y el cristal permanece brillante durante
50 o 100 años. A estos artículos no los influyen tiempo, humedad, diferencias
de temperaturas o rayos del sol.
Por el contrario, absorbiendo la luz los colores se
descubren, jugando de semitonos y mezclando efectos.
Aquí, en el taller de vidrio artesanal, para que los
pedazos de vidrio se pegan están utilizados hornos especiales.
Artistas inventan imágenes y eligen las más interesantes
de lo que es posible realizar en cristal. De tal modo vieron luz una gran
familia de flores multicolores, angelitos, pajaritos, zorros, mariposas,
escarabajos, etc. Para hoy día el taller dispone de una amplia variedad de
recuerdos, cerca de 220 tipos y cada uno tiene sus variantes.
El taller del convento de Santa Elisabeta crea artesanías
con la técnica de fusing. A los artistas les motiva el deseo de evolucionar,
crear algo suyo, insólito, imposible, desde el punto de vista de la normas
generales del cristal.
La maestría de crear una exclusiva apareció con la
experiencia. Según la tecnología de fusing, el artículo se hace de los pedazos
de cristal, que se colocan uno a otro (con anchura total de 9 mm) y se pegan por
medio del calor en el horno especial. Normalmente es superposición de 3
cristales como máximo. La temperatura del horno en general es 800
grados. En nuestro taller se puede cocer hasta 5 niveles de vidrio con anchura
de 15 mm. La temperatura conveniente fue encontrada de ensayos y errores. Lo
que tenemos es un multicolor fantástico.
Por ejemplo, nuestro Angelito es superposición de 5
vidrios. Una multitud de elementos diferentes, a veces de diferentes
materiales, tales como cristal y metal.
Pero, ¿con qué comienza el angelito? Primeramente el
pintor idea y pinta bosquejo con todos detalles, tamaños y colores. Luego lo
encarna maestro de vidrio, el corta cristal, pule bordes y se pega pedazos.
Después este objeto semiacabado se mete en el horno para
todo el día, casi tanto tiempo más se resfría, y luego se somete al pulimento
manual. Finalmente tiene lugar el montaje del imán o del cordoncillo
(si se trata de un colgante) y ¡un recuerdo artesanal de vidrio está listo!
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