Convento de Santa Elisabeta

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Los ornamentos de altar y de sacerdote pueden ser de diferentes colores, en función de los eventos que se celebran durante el oficio eclesiástico - blanco, rojo, amarillo, verde, azul, púrpura, negro.

Todos estos colores simbolizan el significado espiritual de las fiestas en honor de santos y eventos sagrados.

Según la tradición de la Iglesia Ortodoxa Rusa, durante las fiestas dedicadas al Señor Jesucristo, como la Natividad, la Epifanía, la Ascensión y la Transfiguración del Señor se celebra en color blanco (blanco con oro), significando éste la luz divina que alumbra y santifica la creación del Señor.

Los días de conmemoración de los profetas, apóstoles y santos jerarcas el color de las vestimentas suele ser blanco, dorado o amarillo de cualquier tono.

Durante las fiestas de la Virgen María (incluso la Presentación de Jesús en el Templo) se ponen las vestimentas de color azul o azul claro. Los días de los Arcángeles y Ángeles el color siempre es blanco.

Los días de conmemoración de la Santa Cruz del Señor, el color es púrpura o rojo oscuro, lo que significa el poder del Espíritu y la hazaña del Salvador.

Durante las fiestas de los santos monjes y bienaventurados, así como los días del Pentecostés, del Espíritu Santo y el Domingo de Ramos los sacerdotes se visten de verde, lo que simboliza el color de la vida eterna.

Los días ordinarios de la Cuaresma los sacerdotes ofician en los ornamentos negros, mientras los sábados y domingos, el Jueves Santo, el Primer y Segundo Encuentro de la cabeza de San Juan Bautista y los 40 mártires de Sebaste las vestimentas suelen ser púrpuras, el Sábado de Lázaro - blancas y el Sábado Santo - negras que se cambian con blancas en la liturgia.

Los días ordinarios fuera de la Cuaresma el color del oficio es amarillo.

Los entierros, por lo general, se ofician poniendo vestiduras blancas, porque para los cristianos la muerte es solamente el tránsito a un mundo mejor.

La fiesta de la Resurrección de Cristo comienza con las ropas blancas como el símbolo de la luz que brilló desde el Santo Sepulcro después de la Resurrección. Pero el color principal de la Pascua es rojo con oro.

Traducido por el Catálogo del convento de Santa Elisabeta
desde: https://azbyka.ru/cvet-oblacheniya

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Esta es una pregunta buena. En primer lugar, sin embargo, tienes que entender el ambiente cultural rumano cuando era joven – en los años 1920 - los años 1950. La gente rumana, pienso, siempre fue inclinada hacia el estilo de vida monástico, porque ser un monje y conducir una vida de tipo monástico no significa sólo ir y vivir en un monasterio. Cuando Jesús predicaba el Evangelio: “… si amas a tu madre y padre más que a Mí no eres digno de Mí…” o cuando Jesús dijo “… si no tomas tu cruz y Me sigues no eres digno de Mí …”, no hablaba Jesús a monjes; los monjes no existieron entonces. Jesús hablaba a la gente, la gente sola, la gente casada, a cada uno. Así pues en cierto modo, en cuanto a las virtudes, no hay diferencia entre monjes y laicos. Las virtudes monásticas son para cada uno. Te daré un ejemplo: aquellos que quieren dedicar sus vidas a Jesús, a la Iglesia y quienes quieren salvar sus almas a través del estilo de vida monástico, entran a veces en conflicto con los deseos de sus padres que pueden querer que sus niños conduzcan una vida seglar. Pero, recuerda, primero Dios viene a nuestra vida, luego vienen los padres y la familia

Primero debemos escuchar a Dios porque es el Padre de todos nosotros. Así hay un elemento monástico en esto. La abstinencia, por ejemplo, no es sólo para monjes. En general, la gente casada tiene que ejercer más abstinencia que la gente sola. Los legos también tienen que ejercer más abstinencia que los monjes. La abstinencia significa abstenerse de la comida, del alcohol, de muchas otras cosas. O, en nuestra cultura aquí en América, nos abstenemos de ciertas cosas sólo cuando somos forzados en ello por enfermedades. Pero Dios quiere que nosotros nos abstengamos de ciertas cosas de modo que no seamos dominados por cosas materiales; no dependamos de las cosas materiales. Las cosas materiales son temporales; no las podemos tomar con nosotros. Tenemos que crecer como personas. Dejamos de ser una persona cuando estamos dominados por cosas materiales. El sexo, las medicinas, el alcohol, el fumar, el comer en exceso y muchas otras cosas así te hacen un esclavo; ya no eres una persona libre. Bien, Dios quiere que nosotros seamos libres porque nos hizo libres y esto es nuestra semejanza con Dios: “Vamos a crear hombres según Nuestra propia imagen”.

Por tanto, las virtudes son las mismas para la gente casada como son para los monjes; La única diferencia es que los monjes van a un monasterio, viven en comunidades porque quieren dedicar sus vidas a Dios sin las obligaciones sociales. Los monjes no se casan, en cambio toman un voto de virginidad y de pobreza. ¿Por qué? Es que no quieren depender de las posesiones. Los monjes no poseen tierras, no poseen nada, además de sus bienes personales. En los monasterios, los monjes llevan un hábito - un uniforme especial, si deseas – porque se consideran el ejército de la Iglesia, los soldados de la Iglesia. La Iglesia depende de ellos.

Como hablamos, hay una sesión del Sínodo Santo OCA en nuestro monasterio hoy. El Sínodo Santo de una Iglesia se forma de obispos. La iglesia necesita obispos. Los obispos no pueden casarse, y deberían provenir de los monjes. Si los líderes de la Iiglesia vienen y te dicen: “Te necesitamos para que seas un obispo”, no puedes decir “no” porque tienes que ser obediente a la Iglesia. Junto con el voto de castidad y pobreza el monje toma también el voto de obediencia. O, si la Iglesia tiene que enviarte a algún sitio para comenzar una iglesia, tienes que ir. No tienes posesiones, una casa para preocuparte de ella: “Ah, tengo una casa, ¿qué hago con mi casa?” Tienes sólo una maleta, pones dentro cosas necesarias y te vas inmediatamente. Por tanto la obediencia es otro voto que los monjes toman.

Como dije antes, los monjes llevan un hábito. Llevan ropa larga y sótanas. Esto es el monje externo, el monje que cada uno ve. Este “monje externo”, digamos, no es para cada uno. El monje interior es para cada uno, en otras palabras, las virtudes de abstinencia, de sacrificio, son las mismas tanto para un monje profesado, como para una persona laica. Aquellas virtudes monásticas – la abnegación, la abstinencia, el llevar uno su cruz - son para cualquiera. Las virtudes son las mismas y vamos al mismo lugar, la gente casada y monjes. Y el matrimonio tampoco es una tarea fácil. Uno necesita mucho ascetismo en el matrimonio. Tienes tres, cuatro, cinco niños, algún día ni siquiera comes, para dejarles comer, y así te sacrificas por ellos y por otros. Por tanto ésta es la diferencia entre monjes y legos.

Rumania tiene aproximadamente 500 monasterios. Siempre había muchos monjes y monjas en Rumania. No se enclaustran; van de compras, van al mercado. Rumania es un pequeño país, del tamaño del estado de Ohio, y los monjes y monjas están bajo la influencia de la cultura del país. Ahora mismo los monasterios de Rumania están llenos de monjas y monjes. Por tanto depende de la cultura en la cual vives y de tu manera de entiender el Evangelio.

El fragmento de la entrevista con el padre Román Braga, el Monasterio de la Dormición de la Madre del Dios en Rives Junction, Michigan.

Fuente: http://pemptousia.com/2016/09/god-is-always-with-you/

Traducido del inglés por Matias Ezequiel Gallardo

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Un ateísta famoso dijo una vez: dentro de una persona hay un vacío, y cada uno lo rellena a su propio gusto. Estas palabras, lamentablemente, tienen mucha razón. Según el santo apóstol Pablo, un hombre es un vaso. Y cualquier vaso tiene importancia no sólo por sí mismo, sino por su contenido. Por eso cada uno de nosotros tiene que estar rellenado con algo, digamos, externo para nosotros: o con Dios, con Su gracia santificante y el bien, o con el diablo y su mal.

La creencia en el mal de ojo, gafe o embrujo está ligada con lo que está dentro de nosotros, con lo que está rellenado nuestro vacío interior. Si estamos llenados de Dios, no tenemos que temer ningún mal de ojo, ningún embrujo o maldición. El diablo y todos los espíritus caídos son fuerza no igual a Dios. Son criaturas que en cierto tiempo se apartaron del Creador y desde entonces intentan hacer daño a lo que Él ama y valora. Según San Paisio Agiorita, las fuerzas de la oscuridad son impotentes contra nosotros, pero les damos el poder cuando nos alejamos de Dios.

Creyendo en el mal de ojo mostramos nuestra desconfianza hacia Dios y así dejamos que el diablo entre en nuestra vida, le damos posibilidad actuar dentro de nosotros y a través de nosotros en este mundo. Si uno vive una plena vida espiritual, si el primer lugar en su vida lo ocupa Dios - nada y nadie puede hacer daño a su alma. En el Evangelio el Señor Jesucristo dice a cada seguidor Suyo: “He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Luc. 10:19).

El venerable Antonio el Grande declara: “Allí donde hay la señal de la cruz, la brujería pierde su fuerza, se debilita la magia”. Además, es muy importante, como se ha dicho arriba, vivir una plena vida espiritual. Es decir, hace falta cuanto más a menudo recurrir a los Santos Sacramentos de la Iglesia, sobre todo a la Confesión y la Comunión de los Santos Dones. Y sólo en este caso ningún mal tendrá fuerza para afectarnos, “si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?”

También debemos recordar que todo lo que ocurre en este mundo está en las manos de Dios, y, por consiguiente, si nos pasa, a nuestro juicio, algo malo, no significa que sea malo para nosotros en realidad. Muy a menudo lo que nos parece malo es sólo el comienzo de un bien venidero, y ocurre para nuestro propio beneficio; por ejemplo, para fortalecer nuestra fe - débil e insuficiente con demasiada frecuencia.

Traducido por el Catálogo del convento de Santa Elisabeta
desde: http://pravlife.org/ru/content/kak-borotsya-so-sglazom-sushchestvuet-li

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