"Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer..., ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo 5: 28).
¿Qué podemos hacer si, viviendo en sociedad, no podemos evitar mirar a las mujeres? Pero no adultera uno que simplemente mira a una mujer, sino el que lo hace con deseos.
Si miras - mira, pero mantén tu corazón a raya. Mira con los ojos de los niños que miran a las mujeres limpiamente, sin pensamientos malos. A las mujeres las debemos amar - porque no se excluyen ellas del mandamiento de amor al prójimo - pero, con un amor puro, un amor que supone pensar en el alma y en la afinidad espiritual, entre otras cosas... En el cristianismo, delante de los ojos de Dios, no hay ni hombres ni mujeres, y lo mismo en las relaciones mutuas de los cristianos. De todas maneras, dices, es difícil. Sí, es imposible evitar la lucha, pero la lucha supone la renuencia del mal, y esta renuencia el Señor Мisericordioso la cuenta por pureza.
Traducido por Catálogo del convento de Santa Elisabeta
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