Un ateísta famoso dijo una vez: dentro de una persona hay un vacío, y cada uno lo rellena a su propio gusto. Estas palabras, lamentablemente, tienen mucha razón. Según el santo apóstol Pablo, un hombre es un vaso. Y cualquier vaso tiene importancia no sólo por sí mismo, sino por su contenido. Por eso cada uno de nosotros tiene que estar rellenado con algo, digamos, externo para nosotros: o con Dios, con Su gracia santificante y el bien, o con el diablo y su mal.
La creencia en el mal de ojo, gafe o embrujo está ligada con lo que está dentro de nosotros, con lo que está rellenado nuestro vacío interior. Si estamos llenados de Dios, no tenemos que temer ningún mal de ojo, ningún embrujo o maldición. El diablo y todos los espíritus caídos son fuerza no igual a Dios. Son criaturas que en cierto tiempo se apartaron del Creador y desde entonces intentan hacer daño a lo que Él ama y valora. Según San Paisio Agiorita, las fuerzas de la oscuridad son impotentes contra nosotros, pero les damos el poder cuando nos alejamos de Dios.
Creyendo en el mal de ojo mostramos nuestra desconfianza hacia Dios y así dejamos que el diablo entre en nuestra vida, le damos posibilidad actuar dentro de nosotros y a través de nosotros en este mundo. Si uno vive una plena vida espiritual, si el primer lugar en su vida lo ocupa Dios - nada y nadie puede hacer daño a su alma. En el Evangelio el Señor Jesucristo dice a cada seguidor Suyo: “He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Luc. 10:19).
El venerable Antonio el Grande declara: “Allí donde hay la señal de la cruz, la brujería pierde su fuerza, se debilita la magia”. Además, es muy importante, como se ha dicho arriba, vivir una plena vida espiritual. Es decir, hace falta cuanto más a menudo recurrir a los Santos Sacramentos de la Iglesia, sobre todo a la Confesión y la Comunión de los Santos Dones. Y sólo en este caso ningún mal tendrá fuerza para afectarnos, “si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
También debemos recordar que todo lo que ocurre en este mundo está en las manos de Dios, y, por consiguiente, si nos pasa, a nuestro juicio, algo malo, no significa que sea malo para nosotros en realidad. Muy a menudo lo que nos parece malo es sólo el comienzo de un bien venidero, y ocurre para nuestro propio beneficio; por ejemplo, para fortalecer nuestra fe - débil e insuficiente con demasiada frecuencia.
Traducido por el Catálogo del convento de Santa Elisabeta
desde: http://pravlife.org/ru/content/kak-borotsya-so-sglazom-sushchestvuet-li
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