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El Señor ha hecho todo, ahora es nuestro turno


Palabra del Padre Espiritual del Convento


Venimos a Dios con esperanza que la llama de penitencia aparecerá en nuestro corazón. Porque muy a menudo allí reina el frío. Acostumbramos al pecado, cometiéndolo en la vida cotidiana. Y nuestra alma se hace dura, consideramos el pecado como una norma - todos lo hacen y yo lo hago. Sin embargo, cada uno será responsable de sí mismo.
Obtendrás lo que quieres. ¿Quieres tener un millón? ¿Quieres visitar los Canarios? ¿Quieres viajar a la Luna? ¿Quieres ir al paraíso? ¿Qué quiere mi alma? Cuando el pecado vive en ti, no tienes que creer en lo que quieres. Pecado es una enfermedad por la cual el hombre se hace ciego y sordo. No entiende a si mismo: hoy día quiere una cosa, mañana - la otra. El pecado totalmente aísla la persona del prójimo, porque sobre gustos no hay nada escrito. Queremos que todos piensen como nosotros, que compartan nuestras opiniones. Pero sale que hay otos puntos de vista, otra perspectiva, otra experiencia de la vida espiritual.
Todos estamos ante el Señor y cada uno es apreciado por Él. ¿Y cómo utilizamos Su amor? ¿Si lo necesitamos? ¿Qué podemos devolver para obtenerlo? ¿Qué podemos sacrificar? Pues, podemos dar algo - unos minutos de oración, limitarnos a algo: a la comida, a los diversiones, etc.
Ha comenzado la Gran Cuaresma y el Señor nos prepara para esa transición. Pasará seguramente con contraste. Porque se cambia la misa y atmósfera de la iglesia. Una semana antes de la Cuaresma nos preparábamos y no guardábamos el ayuno el miércoles y el viernes, obteniendo algunas calorías para que después tener una posibilidad de hacer una inclinación profunda, segunda inclinación, puede ser que y tercera. Es un sacrificio a Dios. Oímos todo el tiempo: Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; Al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás (51: 17). Es nuestra conexión con Dios y a través de Dios una conexión entre nosotros.
Pero esa conexión puede romperse por una palabra, por un pensamiento malo, que podemos aceptar. Como sabemos,hay muchos pensamientos, pero no hay que aceptarlos. Como si fuera una infección, como si fuera un virus. Vuela cerca de nosotros, hasta que este virus no entre en ti, estarás sano.  Hace falta pensar en esto. Para que no tengamos enfermedades los médicos nos dan vacunas. Y el Señor nos da una vacuna> Inyecta en nosotros Su Sangre y nos da Su Cuerpo para que no caigamos enfermos.
¿Y como uno puede permanecer sano si todos a su alrededor son enfermos, cuando todo que tiene adentro está enfermo? Dios vino para salvarnos , curar nuestra enfermedad. Recurrimos a Dios con esperanza.
El Señor ha hecho todo, ahora es nuestro turno. ¿Cómo vamos a abrir nuestro corazón a Dios?¿Cómo vamos a entregar a Él nuestras vidas?¿Cómo planeamos construir las relaciones entre nosotros? Es nuestra decisión.
Cada uno está en su etapa del desarrollo, pero de todos modos hay que seguir adelante, queremos hacerlo o no. Si no vamos adelante regresaremos atrás. Por eso quiero que hagamos los esfuerzos y sigamos adelante.
El Señor nos dice: éste es Mi Cuerpo, ésta es Mi Sangre (Mateo 26: 26, 28), tomamos la Comunión para la vida eterna. Y la vida eterna puede existir sólo en el paraíso. Así como la muerte eterna, pero en el infierno. El Señor nos da el paraíso, pero no podemos permanecer allí, resbalamos de nuevo hacia un atascadero, donde sabemos todo, donde entendemos de todo...
Es una lucha por nosotros. Fiódor Dostoyevskii dijo que el campo de esta lucha es nuestro corazón. ¿Quién está luchando? Diablo con Dios, tratando decirle al Señor: «Has creado al hombre, pero es mío». Es como en el libro «El Maestro y Margarita» - vino el diablo, y se enteró que no tenía que hacer nada, todo ya hizo la misma gente.
Por eso nosotros escalamos, caemos, levantamos y escalamos de nuevo. Y tenemos que hacerlo hasta el fin de nuestra vida. No es una cosa que inspira, por que caer es sentir dolor. Al caer te rompes. ¿Y qué hacer ahora? ¿Quejarte que tienes la vida tan mala? O a pesar de todo responder: «¡No pasa nada, seguimos adelante!» De todos modos, elije tú, amigo.

Arcipreste Andrei Lemeshónok
Traducido desde obitel-minsk.ru


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