Ser Santa siendo Reina: Santa Tamara, Reina medieval de Georgia
De día, sentada en su trono, se ocupaba de supervisar los asuntos de estado y administrar justicia, impresionando a los súbditos y visitantes con su magnanimidad y sabiduría de Salomón. Fue un juicio donde triunfaba la verdad, pero para los condenados tampoco se cerraba la fuente de su misericordia. La espada de Salomón alcanzaba a sus víctimas hasta en el altar del templo; en el palacio de Tamar encontraban perdón y caridad hasta los enemigos de la reina – aquellos que anhelaban su muerte e intentaban clavarle una espada en su corazón. De noche Santa Tamar se ponía un cilicio y rezaba a la Madre de Dios, llamando a Ella la Reina de Georgia, y sí misma – la última esclava. Las plegarias de la soberana santa, como los muros de una fortaleza, protegían su estado de los enemigos visibles e invisibles.
Santa Tamara (1160-1213) fue una Reina medieval de Georgia perteneciente a la prestigiosa dinastía Bagrationi, era hija de Jorge III y Burdukhán.
Como el rey no tenía otros descendientes la nombró su sucesora aún en vida y gobernó a su lado como corregente en los últimos años de vida del soberano. Su reinado duró desde 1184 a 1213, alcanzando el reino georgiano una era dorada cultural y su mayor extensión territorial, situación que se prolongó hasta su colapso bajo los ataques del Imperio mongol, dos décadas después de la muerte de la Santa.
Santa Tamara representa un recuerdo grato en la memoria del pueblo georgiano. El folclore y la literatura antigua glorifican su mansedumbre, sabiduría, devoción y belleza. Tuvo que librar guerras contra varios enemigos. No obstante, oyendo sus oraciones, Dios la bendijo ganar una serie de combates y obtener trofeos abundantes, los cuales la reina supo compartir generosamente con el prójimo. La Santa se cuidaba de las viudas y huérfanos, se preocupaba por las necesidades de la gente simple. Uno de sus compromisos fue el desarrollo espiritual de su país. Una vez Santa Tamara se vió obligada a convocar un concilio de jerarcas para liquidar el desorden dentro de la iglesia y destituir a varios obispos de mala reputación. Durante su reinado se construyeron numerosos monasterios e iglesias no sólo en Georgia, sino en otros países, como Antióquia, el Monte Athos o Jerusalén. Fue también bienhechora de muchos monasterios, iglesias y comunidades cristianas en el Oriente Medio y Europa del sudeste. Pagaba el rescate por los prisioneros cristianos y ayudaba con los tributos que imponían los mahometanos en las tierras ocupadas.
La gran reina es canonizada por la Iglesia ortodoxa y apostólica georgiana, como Santa y Justa Reina Tamar, con su día festivo conmemorado, según el calendario ortodoxo, el tercer domingo de la Pascua y el 14 de mayo.
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