El primer hallazgo fue en Majerunda, cerca del pueblo donde era el Palacio de Herodes, donde, Herodia, tuvo el honor de ver la cabeza del valioso divulgador de la moralidad y la veracidad, sobre un plato.
Luego ordenó enterrar la cabeza en un lugar cercano con el propósito de poder ir ahí de noche para profanar la tumba del santo, satisfaciendo así su odio inagotable.
En aquel sitio quedó enterrada la cabeza sagrada hasta el momento que fue descubierta por dos monjes, en quienes antes, se les había aparecido en sueño el Precursor.
Después de la muerte de esos monjes fue traspasada de fiel en fiel hasta que se perdió, pero fue hallada de nuevo por el emperador Hualentino.
Así podemos ver que el Señor no deja que se pierdan no sólo las almas de los hombres santos que divulgaron con todo su ser el Evangelio, sino tampoco, los huesos de ellos deja que se pierdan porque con su vida santa fue santificada hasta la materia de su cuerpo, el cual debe ser como recipiente puro del alma.
El artículo fue tomado de: http://www.crkvenikalendar.com/zitije_es.php?pok=0&id=BVV
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