Empezó
a funcionar desde el abril de 1980. Ya
más de treinta años aquí reciben ayuda los niños con enfermedades neuropsiquiátricas
y ortopédicas. La peculiaridad del centro consiste en que no es un hospital.
Los
pacientes pequeños que pasan aquí cursos de rehabilitación, tienen una
oportunidad de incorporarse en el medio social. Y es muy importante que los
padres, ayudando a su hijo a adaptarse, hagan el hincapié no sólo en el estado
físico. Porque, en realidad, nos es difícil imaginarnos los sufrimientos del
alma y del espíritu del niño que padece un morbo grave...
Tiene mucha necesidad
de apoyo, consuelo y fé en que a él le aman inmensamente. Y un amor así le da a
uno el Señor.
Desde 2009 las hermanas del monasterio vienen al
centro para apoyar no sólo a los niños, sino también a los padres. Ocurre tan a
menudo que a través del pequeño mártir poco a poco llegan a Dios y empiezan a
frecuentar la iglesia todos sus femiliares. Las hermanas hablan con ellos, les
consuelan y ayudan a prepararse para los Santa Eucaristía. Por la gracia de
Dios, para oficiar los moleben y las
Liturgias el centro concedió una sala de juego que se reorganiza para los
oficios. De este modo a los pacientes del centro se les presta la más amplia
ayuda: física (médica), moral y espiritual.
Concediendo una entrevista a nuestra página web, el médico jefe del
centro de rehabilitación A.N. Yákovlev nos contó por qué había decidido invitar
al centro a las hermanas de la caridad:
“Este idea surgió hace mucho. Luego
escribí una carta al Metropolita Filaret y la llevé al Exarcado. Tenía ganas de
prestar a los niños toda la ayuda posible, ya que existe la rehabilitación
médica, pedagógica, social y también la moral y espiritual. La reabilitación
así existía siempre, en todas las épocas. Hace falta ayudar a los niños con
todos los medios posibles, ya que el camino a la recuperación es muy largo”.
Y
las hermanas hacen cuanto de ellas dependa, para que los niños pasen este
camino junto con Dios...
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