Santa Xenia nació
en el seno de una familia noble de San Petersburgo y cuando alcanzó la mayoría
de edad se casó con un cantor del coro de la Corte del Zar. Quedó viuda con 26
años de edad y para expiar los pecados de su marido se decidió a llevar una austera
vida ascética: vendió sus bienes y distribuyó el dinero entre los necesitados,
renunció a su nombre y posición social y se hizo pasar por loca. Sin embargo,
los médicos decían que estaba completamente cuerda.
Se vistió de
verde y rosa (los colores del uniforme del marido), vivía vagando por las
calles de la ciudad. Nadie supo nunca donde dormía, aunque la mismísima policía
la seguía. Después de su muerte, se supo que pasaba las noches orando
sin dormir en un campo en las afueras de la ciudad. La oración la fortalecía, y
en la conversación de su corazón con el Señor ella encontró la ayuda que
necesitaba en su difícil camino.
Cuando
se empezó a construir una nueva iglesia en el cementerio de Smolensk, Santa
Xenia llevó ladrillos a tal sitio. Ella lo hizo en secreto durante la noche,
para que nadie supiera de ello.
Vivía de las limosnas y todas las que recibía las repartía entre
los demás vagabundos por lo que se corrió la voz entre ellos de que era una
señora rica que iba repartiendo el dinero por las calles. Tuvo el don de
predecir acontecimientos, algunos directamente relacionados con la Familia
Imperial Rusa. Prescindía de lo necesario, era extremadamente humilde y
manifestaba especial ternura por los más abandonados.
Santa
Xenia partió hacia el Señor a la edad de setenta y un años. Cuando murió fue sepultada en el cementerio de Smolensk, en
la misma iglesia que ella ayudó a construir.
Aquellos
que dirigen en la oración a Santa Xenia, reciben sanación de enfermedades, y liberación
de aflicciones.
Fue canonizada en el año 1988.
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