La oración diaria es esencial para una sana vida cristiana ortodoxa. Esta no es una opción. Por qué rezamos, cómo rezamos, cuándo rezamos y dónde rezamos son preguntas a las que vamos a responder a continuación.
¿Por qué rezamos?
- Cristo nos pide que recemos. Él nos dice en el Evangelio de Lucas, cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden (Lucas 11:13). Nosotros rezamos para que Dios nos pueda ayudar a parecernos más a Él en nuestras acciones.
- Para la renovación y el crecimiento de nuestras almas.
- Para dar gracias a Dios por todo lo que él nos provee.
- Para buscar el perdón por nuestros pecados ya que la humildad es un requisito para rezar.
También podemos rezar para solicitar ayuda bien para terceras personas bien para nosotros mismos. Pero no debemos olvidar rezar para tener Su ayuda en nuestro crecimiento espiritual. Esto no es egoísmo, sino una acción esencial para nosotros para crecer en el amor y en el servicio a los otros y cumplir los mandamientos de Dios. Podemos pedir Su ayuda para que nos apoye en distintas prácticas ascéticas que hemos decidido realizar.
Haz de tu vida una continua oración
Se nos pide que recemos sin cesar. He aquí las referencias a las Escrituras sobre esta idea.
Orad sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17)
Rezad siempre con toda oración y suplicación en el Espíritu (Efesios 6:15)
Después le enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse (Lucas 18:1)
Dios pretende que nuestra vida se convierta en una constante oración en la cual estamos continuamente en relación con Él. Esta es nuestra mayor tarea, aproximarse a Dios. ¿Cómo hacemos esto? San Isaac de Siria nos recuerda que es imposible acercarse a Dios por cualquier medio que la oración incesante.
¿Cuándo rezamos?
Un tiempo regular para rezar
Inicialmente, tenemos que establecer un tiempo regular para rezar. Debemos tener como mínimo un rato específico a la mañana y a la tarde reservado para orar. Con nuestras atareadas vidas esto significa que deberás hacer algún cambio consciente para tener tiempo de rezar. Escoge una hora en la que te puedas estar sin que importe lo demás. La disciplina estricta es muy importante. La duración del tiempo es algo que puedes determinar consultándolo con tu padre espiritual. Tu tiempo de oración no debe ser inferior a diez minutos a la mañana y otros diez a la tarde. Tu tiempo en oración hará crecer tu relación con Dios. Al principio encontrarás que es una lucha mantener lo que parece una disciplina sencilla, ya que hay fuerzas negativas que intentarán mantenerte alejado de rezar regularmente. Pero, llegará un tiempo en el que no podrás esperar a que llegue la hora para rezar. Al principio, supone una lucha para mantener un estricto horario. Como dice el dicho popular “¡Sólo hazlo!”. Piensa en todas las demás cosas que haces habitualmente en tu vida, como ir al trabajo o a la escuela puntualmente, o acciones de higiene personal como limpiarse los dientes. Seguro que también puedes fijar una rutina con la oración…
¿Dónde rezamos?
Un tranquilo y privado lugar para rezar
Lo siguiente que debes buscar es un lugar tranquilo y privado en el cual no puedas ser molestado en tu oración diaria. Este lugar puede ser una esquina de tu habitación (un divisor de habitaciones puede ayudar creando un lugar especial), en el vestidor, o, si eres afortunado de tener una habitación extra, en una habitación especial que sea solamente para rezar. Debe ser un lugar en donde puedas estar sin interrupciones y solo. Una vez que hayas elegido la habitación, debes montar un pequeño sujetador de iconos para tu casa. En él tienen que aparecer los iconos de Cristo, la Theotokos, y tu santo patrón. Ten una lámpara de aceite o una vela encendida mientras oras. También un pequeño quemador de incienso, una cruz, tu libro de oración y la Biblia.
¿Cómo rezamos?
“La oración no necesita ningún maestro. Requiere diligencia, esfuerzo y ardor personal, y entonces Dios será su maestro” (San Melecio el Confesor).
San Isaac de Siria dice que debemos:
- Rezar con atención - para que podamos tener un verdadero encuentro con Dios
- Rezar con humildad - porque este tipo de oración va directo al oído de Dios.
- Rezar con afecto y lágrimas - con alegría y agradecimiento, pero también con verdadero arrepentimiento y pureza.
- Rezar con paciencia y ardor - “negarse a sí mismo”, perseverar valientemente en la oración.
- Rezar desde lo hondo del corazón - Aunque recemos usando “las palabras de otro” pueden ser dichas como si fueran nuestras propias palabras. San Isaac dice que esto sucede a menudo en los salmos.
- Rezar con fe y una absoluta confianza en Dios - porque Él conoce nuestra vida.
Prepararse para rezar
Con un tiempo concreto y un lugar especial, estás preparado para empezar. Empieza a rezar concentrando tu conciencia en tu corazón y forzosamente reuniendo todas las fuerzas del alma y del cuerpo. Toma tiempo al principio de la oración para calmar tu cuerpo y para concentrar tus energías en tu corazón. Cristo dice “entra en tu aposento y … cierra la puerta…” (Mateo 6:6). Elimina toda actividad que pueda interrumpir tu descenso interior. Deja a un lado, lo mejor posible, todos los problemas que hayas tenido durante el día y las preocupaciones para el mañana. Este no es un tiempo para pensar o preocuparse. Cuando te estas preparando para rezar, estate de pie, sentado o andando unos minutos y concentra tu mente en Dios.
Reflexiona acerca de quién es Aquel al que te vas a dirigir, recuerda, que es Dios mismo con el que tú estás hablando. Trata de crear un sentimiento de humildad y un reverente asombro. Haz algunas postraciones antes de comenzar.
Nota: Cuando rezamos debemos hacerlo orientados al este.
Sigue una regla de oración y usa oraciones escritas en el principio.
Debes tener una regla específica para la mañana y la tarde. No trates de volar. Estás desarrollando una disciplina que está más allá de lo que te gustaría hacer. No es un ejercicio de relajación sino un camino para estar en comunión con Dios. Necesitarás tener un específico conjunto de orientaciones que lo deberás seguir todo el tiempo sin excusas para abreviarlo. En tu regla, incorpora momentos como estar de pie, postraciones, arrodillarse, hacer el signo de la cruz, leer y a veces cantar. Usa libros de oración y oraciones escritas. Los libros de oración ortodoxos están llenos de oraciones que han sido rezadas y usadas por cientos de años. La oración no debe ser un ejercicio creativo. Debes ser sincero. Mantén tu atención en el corazón y concéntrate en las palabras de la oración. Una vez que ya hayas establecido una regla, mantenla siempre igual. Asegúrate de trabajar en ella con tu padre espiritual.
Presta atención a todas las palabras - no tengas prisa en tu oración
Cuando empieces a rezar presta atención a cada palabra de la oración. Haz que el significado de las palabras llegue hasta tu corazón. No te apresures con las oraciones como si tuvieras prisa para terminarlas. Deja que poco a poco bajen a las profundidades de tu corazón con humildad y admiración de Dios. Es igual que conducir un coche. Cuando vas a una velocidad de 90 millas por hora por una carretera puedes sentirte poderoso y que tienes la situación en control. Pero a esa gran velocidad las cosas rápidamente pueden ir mal. Conduciendo a una velocidad de 25 millas por hora el coche se puede controlar fácilmente, y si alguien hace una peligrosa maniobra rápidamente se puede esquivar. Bien, la mente trabaja de la misma manera. Queremos aprender a parar para que podamos tomar conocimiento de la presencia de Dios en nosotros. Por lo que en la oración, decimos las palabras con calma para que podamos obtener el significado de las mismas y permitir a las oraciones que penetren nuestra conciencia y que nos traigan al corazón sentimientos de amor y reverencia hacia nuestro Dios. Dejemos que desciendan al corazón individualmente como los guijarros caen en el estanque. Eventualmente, habrás encontrado la paz para ti mismo. Guárdate de la tendencia a apresurarte por completar las oraciones rápidamente. Cuando esta tendencia es continua habrás convertido tu oración en una obligación y no en verdadera oración. No te preocupes si te das cuenta que estas haciendo esto. Al principio es normal. También, estudia las oraciones antes de usarlas para que puedas saber el significado de cada palabra. Y finalmente, las querrás memorizar.
Concentra tu atención en la oración.
Después de que hayas empezado a recitar tus oraciones notarás que la mente querrá vagar. Mientras estás recitando las palabras de la oración tu mente puede saltar a algo totalmente distinto. No estés preocupado por esto ya que es normal debido a las fuerzas que no quieren que recemos a Dios. Aprende a concentrar tu atención. Reconoce que cuando esto sucede no estás rezando. Cuando tu mente vaga, se gentil contigo mismo, vuelve atrás y recita otra vez lo que has dicho mientras tu mente estaba en otra parte. Haz un coordinado trabajo para prestar atención a las palabras de la oración. A veces ayuda a decir las oraciones en voz alta por un tiempo. La mente está especializada en hacer más de lo que uno piensa en ese momento. Necesitas tener toda tu atención solamente en Dios. Cuando estás con tu mejor amigo no piensas en otras cosas mientras hablas con él. Cuando vas a donde el director para conversar con él te concentras en eso. Dios merece más y mejor atención que ningún otro, por lo que debes aprender a concentrarte, para fijarte en las palabras de la oración. Las desconcentraciones nos muestran el impacto de nuestra vida ajetreada, por lo que necesitamos caminos para estar más tranquilos y así para que podamos tener a Dios en la mente sin importar lo que estamos haciendo. La oración no es un tiempo para estar distraídos por las actividades mundanas, porque esto nos obstaculiza la oración. Trabaja para concentrar tu atención más y más. Cada día ganarás más atención durante la oración. Aprende a cómo elevar tu mente para estar atento a las cosas celestiales.
No tengas prisa para otras actividades cuando termines de rezar
Cuando termines de orar, estate quieto unos momentos. Considera lo que te pide tu vida de oración. Trata de conservar en tu corazón lo que te ha sido dado. Atesóralo por unos momentos.
Reza como mínimo TODAS las mañanas y tardes
Recuerda de hacer de tu vida de oración una firme regla y no algo que se realice ocasionalmente o esporádicamente. Debe ser hecho todos los días a la mañana y a la tarde como mínimo. Debes tener oraciones específicas que son parte de tu regla de oración. Debes comprometerte a cumplir la regla todos los días. Piensa en ciertas tareas de higiene personal como limpiarse los dientes que lo haces todos los días como una costumbre. No te olvidas de hacer eso todos los días. Tu regla de oración debe convertirse en un hábito tan fuerte como ese. La oración se debe convertir en un hábito diario que nunca debes olvidar. La oración es esencial para la salud del alma, como la higiene lo es para la salud de nuestro cuerpo.
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