El icono de la Santísima Madre de Dios, llamado Axion Estin en la tradición griega (por las dos primeras palabras del himno del mismo nombre, que traducen aproximadamente “bendita eres”), fue pintado (“hagiografiado”,“escrito”, para ser más exactos, utilizando el término propio, utilizado exclusivamente para este tipo de imágenes sagradas) aparentemente en Estambul, siguiendo el modelo del célebre icono de la “Virgen de la Merced” (la “Eleousa”, como también se le conoce), tradicionalmente atribuido a san Lucas evangelista, hallado en el santo monasterio de Kykkos.
Es un icono de clásico estilo bizantino, en el que el rostro de la Virgen mantiene la típica sobriedad dulce de otros iconos bizantinos contemporáneos a este.
Para 1836, ya la mayor parte del icono estaba cubierta de plata, oro y piedras semipreciosas, en un clásico estilo “atonita”; esto es, propio de los monjes del Monte Athos. De hecho, el icono presenta las marcas de los sellos de los veinte monasterios del Monte.
Debido al paso del tiempo, la imagen llegó a deteriorarse hasta el punto de que la imagen de la Virgen podía ser apenas vista. No ha sido sino gracias a los trabajos de restauración que el icono se ha podido mantener en buenas condiciones.
Según una tradición, un anciano monje y su discípulo vivían en una pequeña celda en uno de los monasterios del Monte Athos.
Un sábado por la noche, el anciano no pudo asistir a una vigilia, que se suponía debía durar toda la noche. Le dijo a su discípulo que cantase, él solo, el servicio en esa ocasión. Esa noche, un monje desconocido, de nombre Gabriel, llegó a la celda, y comenzó a rezar la vigilia con el joven discípulo.
Durante la Novena Oda del Canon de esa vigilia, cuando comenzaron a cantar el Magnificat, el discípulo cantó el himno original, que incluye la frase “más honorable que los querubines” con la que se honra a María, y después el monje visitante cantó el himno de nuevo”, incluyendo la frase “verdaderamente es digna” (incluida en el himno Axion Estin).
Mientras cantaba, el icono comenzó a irradiar una luz sobrenatural. Cuando el discípulo le pidió al monje visitante que escribiera las palabras del himno que estaba cantando, este tomó una teja y escribió sobre ella con el dedo, como si la baldosa fuera de cera. El discípulo supo entonces que no era un monje común, sino el arcángel Gabriel. En ese momento, el arcángel desapareció, pero el icono de la Madre de Dios continuó irradiando luz por algún tiempo.
0 коммент.:
Отправить комментарий