Para revalorar el misterio del Santo Sacramento, afianzar en la fe y profundizar la comprensión de nuestra vida al interior de la Iglesia.
1) Cuando nuestros cuerpos se unen al Cuerpo de Cristo, obtienen el principio de la inmortalidad, porque se unen a la inmortalidad.
San Gregorio de Nisa
2) María nos da la Eucaristía en oposición al alimento que nos da Eva. María es, además, el sagrario donde ha habitado el Verbo que se ha hecho carne, símbolo de la morada del Verbo en la Eucaristía. El mismo cuerpo de Jesús, nacido de María, es nacido para hacerse Eucaristía.
San Efrén
3) En otro tiempo en Caná de Galilea cambió el agua en vino, el cual es afín a la sangre, y ¿no creemos cuando cambió el vino en su sangre?
San Cirilo de Jerusalén
4) Dejemos de lado las excusas vanas y perversas y acerquémonos a la cena que nos saciará interiormente. No nos lo impida la soberbia altanera; no nos engría o sujete aparte de Dios la ilícita curiosidad; la sensualidad de la carne no nos aleje del placer del corazón. Acerquémonos y saciémonos. ¿Quiénes se acercaron sino los mendigos, los débiles, los cojos y los ciegos? No vinieron los ricos sanos, quienes creían que andaban bien y que tenían la vista despierta, es decir, los que presumían mucho de sí…
San Agustín
5) ¿Con qué temor o con qué entera persuasión o con qué afecto debemos recibir el cuerpo y la sangre de Cristo?
Respuesta . El temor, ciertamente, nos lo enseña el Apóstol cuando dice: El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación (1Cor. 11,29); y la persuasión integra la engendra la fe en las palabras del Señor, que dijo: Este es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en memoria mía (Lc. 22,19), y también [la fe] en el testimonio de Juan, que, habiendo conmemorado primeramente la gloria del Verbo, introdujo después el modo de la encarnación con estas palabras: El Verbo se hizo carne y habitó en medio de nosotros, y nosotros hemos visto su gloria, gloria cual del Unigénito procedente del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn. 1,14), y [la fe] en el Apóstol, que escribió: El cual, subsistiendo en la forma de Dios, no consideró como una presa arrebatada el ser al igual de Dios; antes se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres y en su condición exterior presentándose como hombre. Se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fip. 2,6ss). ... El que participa del pan y del cáliz debe tener tal disposición y preparación.
San Basilio
6) Nuestros Cuerpos que reciben la Eucaristía ya no son corruptibles, porque tienen la esperanza de la resurrección.
San Ireneo de Lyon
7) Oh Señor, no podemos ir a la piscina de Siloé a la que enviaste al ciego. Pero tenemos el cáliz de tu Preciosa Sangre, llena de vida y luz. Cuanto más puros somos, más recibimos.
San Efrén
8) Y este alimento es llamado entre nosotros Eucaristía, y a nadie es lícito participar del mismo, sino al que crea que son verdaderas las cosas que enseñamos, haya sido lavado con el bautismo ya dicho, para el perdón de los pecados y la regeneración, y viva de la manera que Cristo mandó.
San Justino
9) No los tengas, pues, por mero pan y mero vino, porque son Cuerpo y Sangre de Cristo, según la aseveración del Señor. Pues aunque los sentidos te sugieran aquéllo, la fe debe convencerte. No juzgues en esto según el gusto, sino según la fe cree con firmeza, sin ninguna duda, que has sido hecho digno del Cuerpo y Sangre de Cristo.
San Cirilo de Jerusalén
10) Cristo Nuestro Señor, por su inmenso amor, se hizo lo que somos para perfeccionarnos hasta ser lo que Él mismo es.
San Ireneo de Lyon
Fuente: http://especiales.paxtv.org/las10/index.php
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