Сentro de rehabilitación femenino: ayer, hoy, mañana (Parte I)
Al superar 15 kilómetros por la autopista de Minsk,
detuve cerca de la aldea Nielidóvichi. Aquí se sitúa la casa de acojida
femenina del convento de Santa
Elisabeta. Enfrente de la entrada hay un crucifijo. Detrás de las altas puertas
empieza el otro mundo, todavía desconocido
para mi.
Mientras estoy esperando la madre Varvara, paso por el
territorio del centro. Es un día
extraordinariamente caliente para el mes
de octubre. Hay flores por todas partes Ver y crear la belleza es un
rasgo asombroso femenino.
Las cabras tascan la hierva que ya está verde. Los gatos
miran con desconfianza a un visitante nuevo. La iglesia huele a madera. A lo
lejos se oye la voz de un niño que está llamando: «¡Mamá!»
¿Cómo se siente uno obteniendo el sentido de nuevo? Unas
hermanas encontraron en este centro un alojamiento y trabajo, otras - se
liberan de la adicción, terceras - se despiden del pasado carcelario.
La Madre Varvara me sirve el café con leche de cabra y
galletas caseras. Mientras bebo el café ella lee la carta de la cárcel. Con
unas de las mujeres la correspondencia dura unos cuantos años.
-¿Recuerda Usted sus sentimientos cuando le encargaron esta obediencia?
- Y yo misma pedí que me enviaran allí.
-¿Por qué?
- Siempre necesitaba una tranquilidad. Cuando tuve una oportunidad, visitaba el centro masculino - me gustaba aquella atmósfera de la paz. Aun pedía el permiso al nuestro padre espiritual que me diera la posibilidad de mudarme al convento más tranquilo. Me contestó que iba a rezar. Y después de sus palabras simplemente esperaba como todo se arreglaría.
Cuando nuestro padre empezó a hablar acerca del centro
femenino decidí que iría a pedir que me dirigieran allí obligatoriamente. De
verdad quería ser sólo una ayudante. Pero el señor decidió todo de otra manera.
Una vez fui en la Clínica de Psiquiatría en Novinki. Y una
paciente logró salir de la cámara de supervisión, de donde a nadie se permite
salir, y corrió hacia mí con las siguientes palabras: «¡Ves, la gente esta
muriendo! ¡Hay que salvarla! ¿Vas a hacer esto?»
Comprendí perfectamente de que estaba hablando... Fue el
período de preparación para la redención de edificiosy en las reuniones el
padre Andrei preguntaba a quien se puede bendecir para el trabajo en el centro
femenino. Pero yo permanecía callada, porque quería sólo ayudar a alguien. Y grito
de esta paciente... Ni una sola vez me arrepentí que me encontré aquí.
A la madre Varvara le acerca Misha - un niño de 7 años con cabello negro y
los ojos azules. Misha quiere ir más rápido posible a un espectáculo «El patito
feo» en el centro de rehabilitación masculino.
La madre Varvara es tutora de Misha. Con la bendición del padre
espiritual del convento ella formalizó la tutela, para que la madre de Misha
pudiera estar en el centro y criar a su hijo. Pero y en este caso el Señor
decidió de otra manera.
- La llevamos a la madre de Misha del internado para
evitar el aborto, ayudarle a recuperar capacidad de actuar y dar una
posibilidad de criar a su hijo. Tuve que formalizar la tutela para que Misha
estuviera con su madre. En aquel tiempo ya estaban aquí durante dos meses. La
madre estaba en una buena condición. Si, estábamos cerca, pero de Misha siempre
cuidaba ella misma.
Pensabamos con el padre Andrei que mi tutela no duraría
mucho. Pero el Señor hizo de otra manera. Todo es premeditado.
La madre de Misha sufrió una crisis. Se entendió, que no
podría a recuperarse rápido. Íbamos a los órganos de tutela para pedir un
consejo como actuar mejor. Y ellos apoyaron la decisión de dejarme ser su
tutora. A Misha le gusta estar aquí,se acostumbró. Eso significa que hay que
aceptar lo que el Señor nos ha dado.
Mientras que estamos hablando, una mariposa se sienta en la cortina de vez
en cuando. Está tratando de encontrar una salida. Está golpeando la ventana. Se
sienta de nuevo en la cortina. Se queda inmóvil...
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