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Bendición de un hogar ortodoxo: por qué y cómo se hace.


“Las cosas feas, los pecados y los malos hechos manchan el espacio en el que uno los comete o en el que vive... La bendición del hogar es para la casa lo mismo que para el hombre es la confesión.”

¿Qué es la bendición del hogar?

La bendición del hogar es el nombre común para la celebración de la pequeña bendición del agua. Se realiza por el sacerdote ortodoxo en las iglesias o en las casas de los creyentes en varias ocasiones. La celebración de la bendición de la casa supone la bendición del agua, el rociamiento con agua bendita de los presentes y de todas las habitaciones, y también oraciones para la protección y el bien de la casa y para la salud en cuerpo y alma de sus habitantes.

¿Por qué hacemos la bendición del hogar?

La bendición del hogar es para la casa lo que es para el hombre la confesión. Si, por medio de la confesión, por la confesión de los pecados y el perdón por parte del sacerdote, el hombre se purifica, purifica su alma, renueva la gracia recibida con el bautismo, de la misma manera, por medio del rociamiento con agua bendita y de las oraciones especiales del sacerdote, la casa bendecida se purifica de todo el mal y de todo lo que pesa sobre ella, debido a los pecados de sus habitantes, a los malévolos o a los malos espíritus. Por la realización periódica de la bendición de la casa se bendicen de nuevo el lugar, la casa y las cosas de dentro, después de un tiempo en el que, nuestros inevitables pecados y hechos menos respetuosos los han manchado. Hay que decir una cosa en la que nosotros creemos y que conocemos de las Sagradas Escrituras y que nuestra Iglesia lo enseña desde los principios. Y es que el hombre es solidario con todo lo que tiene a su alrededor, de tal manera que las consecuencias de sus hechos se reflejan en su entorno, en la casa y en las cosas de la casa. Las cosas feas, los pecados y los malos hechos manchan el espacio en el que éste los comete o en el que vive, así como los buenos hechos, la puridad de su vida, bendicen su entorno. En este sentido, por ejemplo, el pueblo rumano tiene un refrán muy válido y que, al menos al principio, tenía el sentido descrito anteriormente: “El hombre bendice el lugar”. Efectivamente, el hombre bendice el lugar pero el mismo hombre es el que lo mancha, que lo afea o que lo ensucia con su fealdad y suciedad del alma.

¿Cuándo podemos o cuándo tenemos que bendecir la casa?

En principio, el sacerdote puede realizar la bendición de la casa del creyente “cuando éste se lo solicita”. Es decir que, cada vez que el creyente necesita de la purificación y de la bendición de la casa, tal y como necesita de la expiación y de la purificación de sus pecados por medio de la confesión, puede llamar al sacerdote a su casa para bendecirla. Se recomienda que la bendición tenga lugar en días de ayuno, los miércoles o los viernes, siendo una acción de purificación, de lavado, de exorcización, que encaja menos con los días festivos o con los demás días de la semana, pero también porque la persona que la solicita tiene que prepararse por medio de ayuno y oración. Antiguamente, pero también hoy en algunas regiones, se acostumbraba hacer la bendición de la casa el primer día de cada mes. Esto es, por supuesto, algo muy favorable y deseable. En lugar de esta bendición en el primer día de cada mes se ha guardado en muchas zonas de nuestra Iglesia la costumbre de que el sacerdote visite todas las casas para rociar con agua bendita. Así, él no tiene que hacer la bendición del agua en cada casa sino que lo hace una sola vez en la iglesia y después rocía con esta agua bendita todas las casas de la parroquia. Por eso la gente dice que el sacerdote viene con “el primer día”.

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La bendición de la casa después de un fallecimiento

Se acostumbra que, después de un fallecimiento en una casa, pasados algunos días del entierro, cuando los habitantes de la casa pueden prepararse, se haga la bendición de la casa. El cristiano siente la necesidad de una nueva bendición de su casa no porque el fallecido habría manchado de alguna manera la casa, sino porque el lugar y la casa han sido revueltos por la muerte. Con razón, la muerte es considerada como la más espantosa forma del mal y consecuencia del pecado. “Porque el precio del pecado es la muerte” dice San Pablo (Rom. 6, 23).

Más todavía se necesita la bendición de la casa allí donde se ha cometido un crimen u otra ilegalidad o fealdad (aborto, tentativa de suicidio, herida, enfermedad, cualquier mal acontecimiento u accidente, etc.), porque todo esto ocurre con el mandamiento y la mediación del diablo y de los espíritus maléficos.

¿Qué necesitamos y cómo tenemos que prepararnos para la bendición de la casa?

El que desea llamar el sacerdote para realizar la bendición de la casa, tiene que saber cómo prepararse para esto, teniendo en cuenta lo siguiente:

Antes que todo, es deseable que los de la casa se confiesen para purificar sus almas de los pecados y los malos que afectan la casa en la que viven. Si no estamos en período de ayuno, los de la casa tienen que ayunar tres días antes o, al menos, el respectivo día y evitar toda disputa, pelea, enemistad, injurio u otro mal.

En segundo lugar, la casa en la que se realizará la bendición se tiene que limpiar lo mejor posible, de un lado al otro, incluso todos los objetos de dentro. No se puede imaginar el rociamiento con agua bendita y la oración para purificarla, si la casa está sucia y descuidada.

Más que esto, cualquier oración del sacerdote en la casa es equivalente a traer a Dios dentro de aquella casa por medio de Su sagrada acción y por Su bendición. Y, como antes de recibir un huésped cualquiera, ponemos orden y limpiamos la casa, para recibirlo adecuadamente, con más cuidado todavía tenemos que recibir a Dios mismo. Así como nosotros mismos nos cuidamos y nos preparamos antes de ir a la iglesia o antes de asistir a alguna misa, de igual modo tenemos que preparar nuestra casa para bendecirla.

Para la ceremonia de la bendición de la casa, el creyente tiene que preparar una mesita con mantel, orientada hacia el este (la mesita puede ser colocada en frente o cerca del ícono o del rincón de oración de la casa), sobre la que pondrá las siguientes cosas (mejor consultarlo con el sacerdote, porque las tradiciones varían un poco):

•un recipiente ancho con agua;
•un ramo de basílico;
•dos candeleros pequeños con velas o un recipiente de boca estrecha (un vaso o taza) en el que se pueden colocar las velas de cera pura;
•un incensario con un tizón encendido y un poco de incienso;
•un ícono (si la mesita no se encuentra en frente del ícono de la casa);
•una lista con los habitantes de la casa.

También puede haber encima de la mesa: un pan, un poco de aceite y un poco de vino, significando los frutos de la tierra ofrecidos por Dios para nuestra alimentación, para ser bendecidos.

El sacerdote se colocará en frente de la mesita y los creyentes estarán detrás del sacerdote, igual que en la iglesia, todos de cara al este. Todas las puertas de las habitaciones permanecerán abiertas.

Fuente: http://rectadoctrina.blogspot.com.by/2013/11/bendicion-de-un-hogar-ortodoxo.html




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